Relatos de un Observador de la Vida...

Un pequeño blog de relatos y reflexiones, observaciones de la vida y sus condimentos.

lunes, 26 de marzo de 2018


Contigo noche, estoy en deuda y lo admito, 
te debo amigos, mujeres y algunos sueños. 
Una copa de más que necesito para ir detrás de unos poemas, 
o del divagar de unas culpas, de un recuerdo. 
O el devenir detrás de la esperanza, este correr tras la ilusión siempre tan lerdo. 
He tenido amor, caricias y otras cosas. 
Dime noche, tú que sabes de todas mis andanzas, de todos mis proyectos, 
admitiendo que no soy ni el más loco, ni el más cuerdo. 
Si tuve dicha, amor y caricias. Dime noche 
¿Por qué las pierdo?
Mauro Brinach
Un Poema de mi viejo, un gran tipo. 

lunes, 19 de marzo de 2018


La mañana peleada con la noche la desplaza  del cielo, que limpio promete un día sin lluvias, el otoño silbaba los vientos que desnudan arboles, un ruido en la ventana me despierta, es un golpe, algo extraño, difícil de descifrar, me levanto, me acerco al balcón, y es más difícil aun de creer, una gaviota, paciente me observa, lleva algo en el pico, me acerco lentamente, ella no se aleja, abro las puertas del balcón, ella permanece, la situación más que confusa me invita a acercarme más, y estiro la mano para tomar lo que celosamente su pico guardaba, una carta, la examino y la gaviota vuela sin mirar atrás, como quien cumple su trabajo, la carta llevaba mi nombre, y una lacra de estrella revolucionaria. Me vuelvo a la cocina, dejo el sobre en la mesa redonda, pongo la pava en el fuego, preparo en un porongo,  un ritual matutino que me recuerda a mi madre, nunca dejo de observar el sobre, como si este pudiera cobrar vida en cualquier momento. La pava escandalosa me indica que el agua, ya esta; me vuelvo a la mesa, cebo el primer mate, la yerba cruje liberando sutil espuma; agarro el sobre y quiebro la lacra, como un deseo de verdad, un anuncio, un poema, no estaba claro lo que allí contenía, solo unas sencillas palabras.

Ya van cuatro lunas de viaje, el mar se comporto muy bien, arribamos hoy a la media noche.


El día transcurrió sin más sobresaltos, casi imperceptible, esas tres estrofas daban vueltas en el aire, luego de la merienda un tanto tardía, el quehacer, me llevo a olvidar aquella situación, cuando advierto de lo tarde que se había hecho, comienzo a cocinar, distraído, cocino para varias personas, como si algo me hubiera poseído, tal vez el universo, tal vez la verdad, cuando me doy cuenta ya es tarde, hay mucha comida haciéndose en el fuego. El reloj anuncia la media noche y el cambio del día, esas campanas me recuerdan esa extraña secuencia matutina, y pienso, -imaginé que nada iba a suceder-, acabado ese pensamiento, un ruido estruendoso suena en el mar, un barco deja salir a personas, no comprendo muy bien lo que sucede, no hay muelle, ¿cómo es que desembarcaron?. Entre un grupo de personas, se acerca una, los pelos al viento, una sonrisa brillante que acompañaban a unos ojos con mucha luz, se presenta, -Hola!, soy el Capitán Patzold, navegamos mucho para llegar hasta aquí, pero el mar estuvo muy tranquilo, por suerte.- Al observar mi cara de desconcierto por todo ese despliegue, replica con seño temeroso -¿no recibió mi nota?.- un breve silencio me sobresalta - eh… sí, claro la recibí -, respondí. Recuperando su sonrisa agrega –qué bueno!, estamos muertos de hambre, ¿Qué hay de comer? – sin responder, le hago seña para que ocupen lugar en la mesa a Él y su pequeña tripulación.
Comimos en silencio, y luego preparé café para la sobremesa, cuando la pregunta se hizo urgencia – ¿de dónde vienen ahora?- me mira fijo, da un sorbo al café y con una sonrisa me responde: -Venimos del mundo, de todas partes y de ningún lugar, venimos del corazón de miles de personas que necesitan vivir, pero que por temor no se animan, por eso estamos aquí, porque sos la clave, solo una llave que va a abrir muchas puertas – asiento con la cabeza sin entender de que me habla en realidad, - que bueno – le digo – Pero que significa eso en realidad -  sonriendo con los labios sobre la taza de café me dice  - significa que tenés que viajar, y encontrarte con los viajeros de este mundo, con los que viajaron en barco, en bicicleta, de a pie, pidiendo un aventón, y en carros; y tenés que escribir su historia, y la tenés que difundir, hay toda una nueva generación de viajeros que no salieron, por un gran trabajo realizado desde las capitales del temor, rompiendo así el equilibrio de una vida de intercambio y conexión humana, por eso mi amigo, es necesario que salgas a escuchar historias, para que luego las puedas contar y así inspirar a que los viajeros se reconozcan en las historias y salgan al camino… -  se levanto bruscamente de la mesa –muy rico todo – dijo. Sonriendo me abrazo y se despidió, el barco se perdió en la noche.
Al día siguiente, me despertó un ruido en la ventana, una gaviota en el balcón, me aproximo y se espanta y se aleja volando, desperezándome en la ventana, pienso -que sueño tan extraño-, cuando el viento deja bajo mis pies un papel, lo desdoblo y dice:
“Viaja sin miedo,
Que la cobardía,
No encaja en la revolución”
Esa misma tarde, puse una mochila en mis hombros…





domingo, 4 de marzo de 2018


Recorren largas cintas de hierro, forjado a pulso de hombres, hombres que soñaron un cambio, que saborearon el progreso. 
Enormes y potentes maquinas se hacen de ese camino a través del bosque que limitado por el hierro va. Pocos son los hombres que pudieron vivir ese progreso que antaño fue un sabor en los paladares de hombres comprometidos, hoy muchos de sus hijos caminan por el sendero del ferrocarril sin poder pagar un asiento en el tren de los sueños, que no tienen tiempo para soñar ni dinero para viajar en el legado que forjó el sudor y las lagrimas de sus padres. 
Cuan incierta es la herencia, cuantos hijos lloraron tristes, las oscuras palabras de sus padres que abandonan sus sueños por una noble causa, como dejar “algo” para el futuro de sus hijos, un algo que es vorazmente arrebatado por las circunstancias, sin embargo sus hijos lloran hoy, no por bienes perdidos, no por injusticias de un alienado mundo, lloran el tiempo que indiferente no piensa en volver atrás, siempre hacia adelante, que fue consecuente y borro las imágenes que vivió con su padre, pero en cambio, no es prueba suficiente, ya que el hijo que llora el tiempo del padre, no aprende la lección y es ahora el quien invierte su tiempo en ese “algo” para el futuro de su descendencia.