martes, 18 de agosto de 2015
Fue
entonces, como apropiándose del tiempo, como un fantasma que susurra verdades
al oído, esa viajera sensación, de haber vivido ese momento por segunda vez, de
verlo todo tan claro, en una milésima de segundo, y como espejo expuesto al
vapor, empañándose la claridad del “recuerdo”, todo se desvanece, es como el
agua escurriéndose entre los dedos, a la misma que no le importa cuán avaros
seamos, solo sabe escaparse de nuestras torpes manos. En ese momento, como una
conexión con la “nube” de ideas, un torrente de filosofía acosa nuestro
presente, con imaginarios en todos los colores y tamaños, de los cuales puedo
sugerir uno, que fugaz en mi memoria amenaza con quitarme el sueño y me obliga
a inmortalizarlo en una frase, uno que altanero y egoísta quiere proclamarse
como único, uno que me invita a soñarlo, que me dice que fue solo un momento
compartido entre dos de las dimensiones que habito en este momento, como si
fuera el tiempo a desdoblarse y permitir la vida como un par de cordones de las
viejas zapatillas de lona, cruzarse, dos dimensiones trazadas en el mismo
tiempo, dos realidades por un momento compartiendo, una sonrisa, un llanto, un
abrazo, una emoción, un alfajor, solo por un momento tienen el mismo libreto,
solo es un instante, en el que se reclaman mutuamente el plagio, solo ese
momento, como la vida misma, como los muros de una vieja construcción, que pide
a gritos permanecer, pero sabiendo que es solo un instante mas. Sabiéndose ser
un instante, me lleva de viaje por la eternidad, el viejo susurro de la vida,
el Dejavú.